Recomendada por esos tres adjetivos, llegará a la Ciudad de los Árboles de la mano de Nahum Montt.
Ya nos había visitado con su primer amante, Edgar Allan, a quien abandonó en un delirio de alcohol y drogas en una calle de Baltimore [se entiende que estamos hablando de ella, la impredecible]. Allí, “angustiado y necesitado de ayuda”, lo dejó en manos de sus enemigos, que sortearon las causas de su muerte entre sífilis, delirium tremens, sobredosis o cólera. Similar destino le correspondió a Raymond Chandler, quien, a merced de sus oscuros oficios, intentó quitarse la vida en dos ocasiones.
Dicen haberla visto con Charles Bukowski el día de su graduación, cuando lo sacaran a patadas de la fiesta, mientras curioseaba por una hendija, porque entonces Hank era un adolescente envejecido, feo y pobre. Pero la vieron con él en los mejores tiempos, claro; estuvo a su lado cuando Hank era famoso, borracho, feo, rico. Y ya viejo, sin remedio.
Siempre ha mostrado predilección por las comodidades y la depravación de las ciudades. Prefiere a hombres inteligentes, siempre y cuando se confiesen perdedores. Suele ir acompañada de hombres de buena talla, como Marlowe y Nahum Montt.
Últimamente se codea con matones criollos, de esos que cegaron la vida a Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán y Carlos Pizarro. Y para sacar partido de sus crímenes puso, bajo sus señas, un negocio con sus historias en Barcelona; incluso lo promociona en internet.
¿Quién, aparte de la amiga de Nahum, puede ser “negra, impredecible y criminal”? Tal vez la muerte o la noche; y seguramente la soledad, el vacío que queda en las ciudades cuando son abatidas sus esperanzas. LEER MAS.
